(VIDEO) Contundente editorial de Miguel Claría sobre la problemática de los policías frente a menores de edad violentos y delincuentes
Un video que se viralizó muestra a dos adolescentes increpando, insultando y golpeando a dos oficiales de policía en la ciudad de La Calera, a unos 20 kilómetros de la capital de la provincia de Córdoba en Argentina.
Las imágenes muestran que los efectivos - que realizaban un control policial- evitan responder las agresiones, mientras quien filma se acerca a las motocicletas policiales y realiza una toma de las chapas patentes.
El periodista Miguel Claría de la radio Cadena 3 reaccionó frente al suceso con una contundente editorial. ¿Cómo debieron reaccionar los efectivos ante ese hecho? ¿Hasta dónde llegan los derechos del menor y hasta dónde los del policía?
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El comisario Marcelo Altamirano, director general de Recursos Humanos de la Policía de Córdoba, respaldó el accionar de los dos policías agredidos por dos menores en la localidad cordobesa de La Calera al sostener que actuaron según la estrategia de abordaje ante estos conflictos.
"Son situaciones que lamentablemente se reiteran en el quehacer policial y hay que resolverlas en ese momento (...) no es que tengan las manos atadas, la Policía en su capacitación ha ido evolucionando y modificando su estrategia de abordaje ante estas problemáticas sociales", señaló Altamirano a Cadena 3.
En ese sentido, dijo que en toda "acción social delictiva" como la que ocurrió con estos dos jóvenes, la reacción policial debe ser "coherente y legal". "La alternativa primera es el diálogo, no podemos saltar del diálogo al uso del arma", explicó.
Altamirano informó que los dos menores agresores fueron detenidos resaltando que, al igual que los policías involucrados, se encuentran en "buen estado de salud". De igual manera, dijo que los uniformados presentaban lesiones y roturas de su vestimenta.
"La cuestión es saber hasta dónde llevar la fuerza pública porque si esos policías no hubiesen tenido la fortaleza de soportar esas agresiones y trasladar a los detenidos estaríamos hablando de abuso policial, que es lo que no queremos", subrayó.
"Tienen que estar preparados mentalmente para soportar estos cambios sociales que antes eran otra cuestión, había un sentido de acatamiento a las normas y a alguien que tiene un uniforme puesto", concluyó.
El periodista también publicó su opinión y esta es:
"Con los excesos policiales es fácil hacer demagogia, porque existen, porque es difícil controlarlos y porque hay deficit de formación profesional. Con frecuencia nos toca informar de efectivos involucrados en hechos negativos o directamente delictivos.
Sin embargo, es obvio que también hay miles de mujeres y hombres en la fuerza que cumplen su trabajo, buenos policías castigados por la falta de respaldo de las autoridades y la actitud contradictoria de buena parte de la población.
Hay una descomunal hipocresía en qué se exige y cómo se respalda al buen policía.
Se han viralizado imágenes grabadas en La Calera donde dos policías son desafiados y agredidos por dos adolescentes. Los chicos tienen público que los alienta cuando golpean y patean a los uniformados que sólo intentan eludir la pelea. Cuando un agente atina a levantar los brazos en gesto de defensa, se escuchan gritos de “abuso”.
En realidad, lo que se ve son dos chicos en edad escolar que sacan cartel de pesados enfrentando a policias. Armados pero paradójicamente indefensos. Si actúan, detienen y aplican fuerza física, seguro tendran problemas inmediatos, en el barrio, y más graves luego, cuando los acusen de abuso. Si no actúan, los sancionarán por incumplir sus deberes. Y mejor no pensar lo que ocurriría si alguno comete el desatino de sacar un arma.
¿Qué se espera de un agente agredido frente a testigos? Que actúe como un profesional, responden jefes y funcionarios políticos. ¿Y eso qué sería? Sencillo: reducir a los agresores, esposarlos, todo en medio de familiares y amigos amenazantes. Pero si en el procedimiento alguien resulta lastimado, probablemente el policía termine preso o castigado.
Queremos hombres y mujeres uniformados, rigurosos, probos, valientes, profesionales, aunque mal pagos, y dispuestos a inmolarse por la seguridad ajena. Pero les atamos las manos, los arrojamos al agua y les exigimos que no se ahoguen".
Por: Miguel Claría